martes, 12 de marzo de 2013

La Revolucion Industrial.

La Revolución industrial fue un periodo histórico comprendido entre la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, en el que Gran Bretaña en primer lugar,1 y el resto de Europa continental después, sufren el mayor conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la historia de la humanidad, desde el neolítico.
La economía basada en el trabajo manual fue reemplazada por otra dominada por la industria y la manufactura. La Revolución comenzó con la mecanización de las industrias textiles y el desarrollo de los procesos del hierro. La expansión del comercio fue favorecida por la mejora de las rutas de transportes y posteriormente por el nacimiento del ferrocarril. Las innovaciones tecnológicas más importantes fueron la máquina de vapor y la denominada Spinning Jenny, una potente máquina relacionada con la industria textil. Estas nuevas máquinas favorecieron enormes incrementos en la capacidad de producción. La producción y desarrollo de nuevos modelos de maquinaria en las dos primeras décadas del siglo XIX facilitó la manufactura en otras industrias e incrementó también su producción.
Así es que en la Revolución industrial se aumenta la cantidad de productos y se disminuye el tiempo en el que estos se realizan, dando paso a la producción en serie, ya que se simplifican tareas complejas en varias operaciones simples que pueda realizar cualquier obrero sin necesidad de que sea mano de obra cualificada, y de este modo bajar costos en producción y elevar la cantidad de unidades producidas bajo el mismo costo fijo.
En 1603 muere Isabel I de Inglaterra sin descendientes. Jacobo, hijo de María I de Escocia, sube al trono como el primer rey Estuardo de Inglaterra, Escocia e Irlanda. La situación política cambia: su falta de tacto con el Parlamento —debido a su idea del derecho divino de los reyes— desemboca en un largo conflicto que se agudizará con la sucesión en el trono de su hijo Carlos I, cuyo absolutismo hizo que mantuviera relaciones muy tensas durante su reinado con el Parlamento inglés, que pretendía controlar sus arbitrarias creaciones de impuestos y su reformismo religioso. Durante este reinado se suceden dos guerras civiles entre los partidarios del rey y los del Parlamento. Carlos I fue víctima del radicalismo político siendo sentenciado a pena de muerte por alta traición al Estado en 1649.
Ya desde el comienzo del reinado, en 1625, la boda del rey Carlos con Enriqueta María de Francia, provocó la ira de sus súbditos protestantes porque la reina era católica. Carlos creía, como su padre, en el derecho divino de los reyes y en la autoridad de la Iglesia de Inglaterra. Estas creencias le enfrentaron con el Parlamento, que luego disolvió reiteradamente unas tres veces, gobernando aproximadamente unos once años sin él, en el periodo llamado «Once años de tiranía». Cuando las arcas del gobierno empezaron a vaciarse, y las necesidades tanto internas como externas (conflictos bélicos con Escocia, al tratar de imponer la liturgia católica) se incrementaban cada vez más, Carlos, se vio forzado a reunir lo que se denominó el «Parlamento largo» con el fin de recaudar fondos, pero a cambio, los parlamentarios le exigían ciertas garantías políticas. Tras ciertas disputas políticas, el Parlamento se dividió entre los que estaban a favor del rey, y los que no lo estaban, estallando de esta manera una guerra civil en 1642.

Primera guerra civil inglesa (1642–1645)

El enfrentamiento entre el poder parlamentario y el poder real se saldó a favor del primero, moderando el rey su política absolutista y viéndose controlado por el Parlamento. Fue entonces cuando éste aprobó numerosas leyes anti-absolutistas. Por ejemplo, se eliminó la Corte de la Cámara estrellada, se retiró el poder al rey de disolver el parlamento y se condenó a muerte a William Laud, arzobispo de Canterbury y al conde de Strafford, gran aliado del rey.
Dos años antes, Oliver Cromwell, había vuelto al Parlamento tras su retiro en 1629. Cuando estalló la guerra civil en 1642, reunió un regimiento de caballería, para combatir en favor de la causa parlamentaria. Con este contingente logró un enorme prestigio como militar durante la primera fase de la guerra.

Segunda guerra civil inglesa (1648–1649)

Las disputas entre los partidarios del rey Carlos I que se encontraba encarcelado por las fuerzas parlamentarias y los del «Parlamento largo» persistieron. Sin embargo los escasos apoyos monárquicos entre los propios parlamentarios cesaron cuando el rey escapó, se alió con los escoceses y desencadenó de nuevo la guerra civil en 1648. Cromwell reprimió una rebelión en Gales y derrotó a los escoceses en Preston (agosto de 1648). De nuevo se puso de parte del Ejército en contra del Parlamento, que intentaba reanudar las negociaciones con Carlos. En el mes de diciembre, autorizó la expulsión de la oposición, dejando sólo a unos pocos miembros que estaban de acuerdo con la designación de una comisión que juzgara al Rey por traición. Fue una guerra caballeresca, que Oliver Cromwell terminó venciendo con su Batallón de los Santos (Ironsides), a los promonárquicos. El fin del enfrentamiento supuso el enjuiciamiento por alta traición del rey y su posterior decapitación, teniendo como consecuencia la proclamación de la única república en la historia inglesa.

Interregno o República (1649–1660)

La república representaba las aspiraciones de la burguesía, de una sociedad capitalista puritana. La política pasará a ser en gran medida impuesta por los intereses comerciales al Gobierno. Significó el triunfo de la burguesía, la aceptación de su moralidad, del principio de que los hombres tienen derecho a hacer lo que se les antoje con lo que es suyo, que el beneficio del capitalista es también el beneficio de la sociedad.

Tercera guerra civil inglesa (1649–1651)

Oliver Cromwell, nombrado Lord Protector, durante el Interregno o República.
La primera tarea de Cromwell durante la República -proclamada después de la ejecución de Carlos el 30 de enero de 1649- fue la pacificación de Irlanda y Escocia frente a las fuerzas realistas que apoyaban al sucesor legítimo, el futuro Carlos II de Inglaterra. Sus principales objetivos eran lograr un gobierno estable y tolerancia para todas las sectas puritanas. Cromwell aplastó a los partidarios monárquicos en Irlanda y Escocia y controló Inglaterra.

Protectorado de los Cromwell (1653–1659)

La necesidad de que el ejército controlara la situación provocó pronto que la República se convirtiera en una dictadura militar comandada por Cromwell bajo el puritanismo intransigente. Abolió la Cámara de los Lores y centró su poder en el ejército y la Cámara de los Comunes. Una de las leyes más significativas de este período fueron las Actas de Navegación. El éxito de Cromwell se debió a que supo mantener la paz y la estabilidad, y a que proporcionó los medios necesarios para la tolerancia religiosa de grupos no católicos. Por ello, los judíos, que habían sido expulsados de Inglaterra en 1390, pudieron regresar en 1655. La enérgica política exterior de Cromwell y los éxitos del Ejército y la Armada otorgaron a Inglaterra un gran prestigio en el extranjero. Los ingleses, en alianza con Francia, arrebataron Dunkerque a España en 1658, obteniendo así una plaza fuerte en el continente desde donde invadir Calais, ciudad que Inglaterra había perdido hacía 100 años.
Sin embargo la situación política siguió inestable, lo que enfrentó al Lord Protector con el Parlamento restringido del Protectorado, que trataban de alterar los principios de la Constitución escrita. En 1657 aceptó la Humilde Petición y Consejo: petición de crear una segunda cámara parlamentaria y potestad de nombrar a su sucesor, pero no aceptó el título de rey. Tras la muerte de Oliver Cromwell en 1658 le sucedió su hijo, Richard Cromwell, quien no poseía el carisma y el liderazgo que su padre, por lo que acabó renunciando. Así, el Parlamento Largo se reunió y, bajo el impulso del general George Monck, se declaró rey de Inglaterra a Carlos II, terminando así la República y restaurando la monarquía.
Carlos II restaura en el trono la dinastía Estuardo.

Restauración de los Estuardo (1660–1688)

En 1660, Carlos II restablece la monarquía y la dinastía Estuardo en Gran Bretaña, manteniendo una relativa tranquilidad después de terminada la guerra civil.
Jacobo Estuardo (hermano de Carlos II) pasó a ser lord almirante supremo de Inglaterra. En 1672 Jacobo anunció públicamente su conversión a la fe católica en medio de un clima anticatólico apoyado por el Parlamento y extendido a la sociedad. Al año siguiente, el Parlamento inglés aprobó el Acta de Prueba, por la que los católicos quedaban inhabilitados para el desempeño de cargos públicos, y Jacobo dimitió como almirante supremo. En 1679, la Cámara de los Comunes trató de excluir a Jacobo del trono, sin éxito.
A la muerte de Carlos en 1685, Jacobo se convirtió en rey. Apartó a muchos de sus seguidores con sus severas represalias, sobre todo como consecuencia de una serie de juicios represivos conocidos por el nombre de «Juicios Sangrientos». Jacobo trató de ganarse el apoyo de los disidentes y de los católicos en 1687, poniendo fin a las restricciones religiosas, pero sólo consiguió aumentar las tensiones. El nacimiento de su hijo, Jacobo Francisco Eduardo Estuardo, el 10 de junio de 1688, pareció garantizar la sucesión católica. Poco después, los líderes de la oposición invitaron al yerno de Jacobo, Guillermo de Orange, más tarde Guillermo III de Inglaterra, a hacerse con el trono inglés, desencadenando así la Revolución Gloriosa.

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